Pasar tiempo a solas siempre es necesario para el bienestar de los introvertidos.
Generalmente necesitamos soledad para reflexionar y recargar nuestra energía.
Si no tenemos el tiempo suficiente para nosotros mismos, nos sentimos preocupados, no paramos de gruñir nuestro descontento y parece que vamos a implosionar.
¿Pero cuánto tiempo a solas es considerado demasiado tiempo para un introvertido?
Como he mencionado antes, los introvertidos no somos inmunes a los tormentos de la soledad.
Si tenemos demasiada poca interacción social, corremos el riesgo de caer en el oscuro terreno de la depresión y el ermitañerismo (esta palabra no existe, pero es para que te hagas una idea de lo que quiero decir).
Es posible que hayas oído hablar del fenómeno que sucede en Japón conocido como «Hikikomori».
Se define a Hikikomori como el estado de aislamiento social autoimpuesto que perdura por seis o más meses.
Cientos de miles de jóvenes japoneses eligen retirarse a sus habitaciones por meses o incluso años.
Estos ermitaños modernos evitan toda forma de interacción social adoptando un encierro infeliz.
Y ya que estamos en el tema de casos de ermitaños extremos, hace unos meses leí un artículo sobre «el ermitaño de los bosques de Maine».
Este hombre había pasado casi tres décadas en completo aislamiento en los bosques de Maine.
Se cree que su arresto por desvalijar un campamento de jóvenes discapacitados ubicado cerca de sus alrededores fue su primer contacto con otras personas en 27 años.
La mayoría de los introvertidos no son ni parecidos a los jóvenes de Hikikomori o los ermitaños dementes que existen en este mundo.
Sabemos de la importancia de las conexiones humanas.
Valoramos a nuestros amigos cercanos y a nuestra familia.
Sin embargo, somos susceptibles a los sentimientos de aislamiento no deseados.
A veces, nuestra soledad se filtra a áreas donde no es positivo.
El silencio pacífico se convierte en un mensaje de tristeza; estar a solas contento se transforma en soledad.
Seguramente, hay algunos ermitaños que son bastante geniales.
Me encantaría ser un erudito viviendo en un bosque encantado durante un día o dos.
Además, siento un gran respeto por los líderes espirituales quienes se han recluido del mundo para poder iluminarse (como es el caso de los budistas).
Pero siendo sinceros, para el resto de nosotros, la vida ermitaña es poco atractiva e innecesaria.
Cuando paso más de dos días seguidos sin algún tipo de interacción humana, me siento inquieto.
Comienzo a obsesionarme por cosas que no valen la pena obsesionarse.
Comienzo a sentirme inquieto y malhumorado.
Pronto, la maldita letra «S» comienza a mofarse de mi a donde quiera que vaya.
En mi habitación, en la cocina, afuera – incluso mientras miro un hermoso atardecer – la Soledad está ahí.
La soledad puede ser particularmente tormentosa para los introvertidos que no tienen amigos íntimos o familiares cerca.
Los conocidos no son suficiente para nosotros.
Necesitamos a nuestros seres queridos de confianza a nuestro lado o podemos sentirnos solos incluso cuando estamos rodeados de personas.
He luchado contra esto durante mis viajes. Como generalmente yo suelo viajar por lo menos con una persona siempre, rara vez estoy completamente solo.
Pero cuando te encuentras en un país donde no hablas el idioma, rodeado de «amigos» quienes eran unos extraños para ti unos días antes, te puedes sentir más solo que nunca.
Quizás tú puedas pasar cinco días disfrutando de una maravillosa soledad sin sentirte triste o solo.
O tal vez, tu solo puedes gestionar solo un día de aislamiento antes de empezar a sentir el anhelo de la interacción social.
Lo importante es saber cuándo es tiempo de acercarte a aquellas personas que te interesan y darles nuevamente la bienvenida a tu mundo.
No le recomiendo el estilo de vida ermitaño a la mayoría de las personas, pero si realmente quieres probarlo entonces hazlo.
Pero por favor, nunca les robes a los niños discapacitados.
Incluso para los estándares de los ermitaños, eso es algo realmente perverso.
Imagen via Shutterstock